viernes, 7 de febrero de 2014

Muerto el pobre, se acabó la pobreza

Uno de los argumentos más injustos de los abortistas es el que dice que, para qué tener hijos para que sean pobres y sufran. Es decir que las personas del tercer mundo no tienen derecho a tener hijos porque les van a hacer sufrir. Pero el hecho es que los niños pobres siempre están con una sonrisa en la cara. Tal vez porque valoran más lo que tienen. En todo caso, nadie tiene derecho a decirle a los hombres y mujeres de los países pobres que no deberían tener hijos. Para ellos es lo más importante. Ellos sí que saben valorar la familia y la vida mucho mejor que nosotros. Además tienen muchos hijos porque no todos sobreviven.

Y el motivo de que no lo logren no es tanto la pobreza, sino enfermedades como la malaria que todavía no tienen cura. Así que es muy fácil aconsejar desde nuestro mundo sin problemas, pero hay que ponerse en su lugar antes de hablar. De todas maneras, los que hemos crecido en familias numerosas sabemos que realmente los niños no necesitan tantas cosas y es bueno que aprendan a compartir y reutilizar las de sus hermanos, como hemos hecho nosotros y no nos ha pasado nada. De modo que, el argumento que se utiliza para exportar el aborto no tiene ninguna base, pero afortunadamente los propios interesados tampoco lo aceptan.

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