Este catedrático emérito de la Universidad de Amstercam sostiene que el cerebro tiene poca capacidad de cambio después del nacimiento. Incluso el carácter está determinado desde el seno materno
El neurólogo Dick Swaab, que dirigió durante tres décadas el Instituto Holandés de Investigaciones Cerebrales, acaba de presentar en España «Somos nuestro cerebro» (Plataforma Editorial) un libro del que ha vendido 400.000 ejemplares en su país y que ha despertado una gran polémica. Esta semana Swaab estuvo en Madrid para participar en una conferencia en CaixaForum, dentro del ciclo «Diálogos por la Ciencia», que organiza la Obra Social La Caixa, donde expuso sus polémicos puntos de vista.
—Sostiene nacemos muy determinados, con pocas opciones de cambio...
—Sí, gran parte de lo que somos está establecido incluso
desde el momento de la concepción a través de los genes que recibimos de
nuestros padres. Por ejemplo, el cociente de inteligencia depende en un
88% de esa herencia genética. También está establecida desde el útero
la identidad de género, es decir, el sentimiento de ser un hombre o una
mujer. Lo mismo ocurre con la orientación sexual: heterosexualidad,
homosexualidad o bisexualidad. Y muchas enfermedades mentales, como la
esquizofrenia, con una carga genética del 80%, aunque los síntomas
aparezcan en la pubertad, por influencia de las hormonas sexuales. De
ahí el título del libro: «Somos nuestros cerebro», porque está
establecido ya antes de nacer cómo nos comportaremos y que
potencialidades tendremos más tarde en la vida.
—¿Y el libre albedrío, tampoco existe?
—No. sólo es una agradable ilusión. La toma de decisiones
se lleva a cabo de una forma inconsciente. Y sólo somos conscientes de
la elección segundos después de que ocurra, cuando alcanza la corteza
cerebral y se hace consciente. Decisiones importantes, como la elección
de pareja, se toman de forma automática. El cerebro calcula las ventajas
y desventajas sin someterlo a nuestra reflexión, es decir, sin que
intervenga nuestra voluntad.
—¿Eso
significa que cuando creemos haber tomado una decisión, en realidad lo
que ocurre es que el cerebro sólo nos está informando de lo que «él» ha
decidido por nosotros?
—Sí, y puedo poner otro ejemplo de un experimento en
California. Reunieron a un grupo de personas [20 jovenes], les
explicaron el riesgo de tomar el sol, les dieron una crema protectora y
les preguntaron si pensaban a utilizarla. Anotaron la respuesta mientras
y miraron cómo reaccionaba su cerebro, con el objetivo de predecir lo
que harían. Cuando se pusieron en contacto con ellos para comprobar si
habían hecho lo que dijeron, esto sólo ocurió la mitad de las veces.
Mientras que los cambios observados en el cerebro predecían en un 75% su
conducta. Si se mira el lugar adecuado del cerebro, se pueden adivinar
las intenciones ocultas incluso para la propia persona.
—Mucha
gente tiene creencias religiosas de diferentes tipos, ¿significa eso
que nuestro cerebro está preparado o «cableado» para creer?
—Todos tenemos cierta sensibilidad para las cosas
espirituales. Y depende del entorno que te conviertas en creyente
católico, protestante o musulmán. Pero algunas personas tienen mas
tendencia a la espiritualidad que otras. Y esto depende de nuestros
genes. Creo que evolutivamente es importante porque refuerza el
sentimiento de pertenencia a un grupo y nos hace sentir más seguros.
—¿Qué estructuras del cerebro están implicadas en la religiosidad?
—Nada en el cerebro está localizado en un lugar concreto,
se trata más bien de interacciones ente sus distintas partes. Pero en
las experiencias religiosas está implicado el estriado, una estructura
que forma parte del sistema de recompensa del cerebro, responsable de
los sentimientos agradables. Es muy importante también el lóbulo
temporal. Se sabe que las personas con epilepsia del lóbulo temporal
pueden tener también durante las crisis fuertes sentimientos religiosos.
Por ejemplo, San Pablo, por lo que se describe en la Biblia, podría
haber padecido este tipo de epilepsia cuando camino de Damasco vio una
luz que le dejó ciego durante varios días y escucho la voz de Dios.
—El
neurotransmisor dopamina es fundamental en el sistema de recompensa que
antes mencionaba, ¿tiene algún papel en los sentimientos religiosos?
—En general es importante para las sensaciones placenteras.
La sensación de bienestar asociada a una oración, por ejemplo, produce
liberación de dopamina, endorfinas, serotonina. Sí, todos los
comportamientos y experiencias dependen de los neurotransmisores.
—Sabiendo esto, ¿un neurocientífico puede ser creyente?
—Ciencia y religión son diferentes. En la religión tu sólo
tienes que creer, sin necesidad de pruebas. En la ciencia, tus
descubrimientos deben ser comprobados por otros, deben ser replicados.
Ciencia y religión no son comparables. Pero para mi la ciencia es un
placer, un tipo de experiencia espiritual, aunque diferente de la
religión.
—Las
experiencias cercanas a la muerte se describen siempre de forma
parecida, el túnel, la sensación de flotar... ¿Son algo «paranormal» o
las genera el cerebro?
—Cuando el flujo sanguíneo al cerebro disminuye se producen
una serie de fenómenos. En la retina se pierde la visión periférica y
sólo queda la central, lo que explica esa visión en túnel. Otra
estructura muy sensible a la falta de oxígeno es el giro angular, una
zona del cerebro recibe información de los músculos, las articulaciones,
el sistema visual y el equilibrio. Si falta oxígeno puede inducir la
falsa sensación de estar flotando o salir del propio cuerpo. Esto
también ocurre en personas que están en la mesa de operaciones para una
intervención de neurocirugía en la que deben estar conscientes. Al
estimular esta región del cerebro dicen tiener esa sensación de flotar.
Cuando se deja de estimular la zona notan cómo vuelven de nuevo a su
cuerpo.
—¿De todo lo que ha aprendido del cerebro, qué es lo que más le sorprende?
—Un trastorno de identidad corporal que hace creer a la
persona que una parte de su cuerpo no le pertenece y quiere incluso que
se la amputen.
—Sostiene
que somos nuestro cerebro, pero también se dice que somos lo que
comemos. ¿Se puede deducir que la alimentación influye en nuestro
cerebro?
—Si comes de forma normal la comida no tiene un efecto
importante. Pero si no comes tienes problemas, como la anorexia. Y si
comes demasiado te vuelves obeso, y esto lleva a la diabetes, que se
relaciona con la muerte celular y la demencia [riesgo de alzhéimer]. En
ese sentido hay una relación estrecha entre lo que comemos y el cerebro.
Y por otro lado, la comida agradable proporciona nos proporciona
placer, por eso nos gusta. Y eso es muy importante para mantener la
vida.
—Los
últimos estudios indican que durante el embarazo muchas conductas de la
madre influyen en el cerebro del niño, como el ejercicio o la
alimentación. ¿Debería cuidarse más esta etapa?
—La salud de la madre es muy importante. Creo que en España
la comida es excelente y muy variada, este no es el principal problema
aquí. Otro problema importante es el alcohol que afecta al desarrollo
del cerebro, el tabaco y los fármacos. Éste último sí es un problema
importante en España, porque hay una farmacia en cada esquina donde se
pueden conseguir los medicamentos con facilidad a diferencia de lo que
ocurre en otros países de Europa. Y cuando alguien tiene un pequeño
dolor va a la farmacia y consigue una pastilla. Y esto es peligroso para
el niño porque igual que el medicamento actúa sobre el cerebro de la
madre, también está actuando sobre el del futuro bebé y está influyendo
en su desarrollo con efectos permanentes.
—¿Los contaminantes ambientales tienen alguna influencia el bebe en gestación?
—El entorno en el que se vive es importante. La
contaminación en las ciudades industrializadas afecta también al cerebro
del niño. Y hace que aumente el riesgo de desarrollar autismo.
Y las sustancias que se producen en el procesamiento de los los
plásticos actúan como disruptores endocrinos, capaces de interfierir en
la diferenciación sexual del cerebro durante la gestación. Pueden
cambiar la identidad de género y la orientación sexual.
—¿Cómo debemos cuidar el cerebro?
—Primero, eligiendo a nuestros padres. Y ya hablando en
serio, cuidando el embarazo para garantizar las mejores condiciones a
nuestros hijos. Despues criándolos en un entorno estimulante. Aprender
una segunda lengua y utilizarlas indistintamente es muy importante,
retrasa cuatro
años la aparición de la enfermedad de Alzhéimer. Tener una buena
educación y un trabajo interesante también es fundamental. Igual que
mantenerse activo hasta el final de la vida para tratar de evitar el
alzhéimer, que está incrementando a gran ritmo. La música es efectiva en
la salud del cerebro, incluso desde el útero. Los niños cuando nacen
reconocen la música que han oído. Y en cuidados intensivos neonatales,
con música necesitan menos oxígeno y ganan más peso con mayor rapidez.
abc.es/ciencia/20140217/abci-capacidades-determinadas-antes-nacimiento-201402142339.html
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