Tras siete meses en el vientre de su madre ella le abortó, pero logró salvarse
Almudena Martínez-Bordiú
28 noviembre, 2015
Una inyección de solución salina para quemarla fue la
´técnica utilizada´. Pero no lograron matarla y está aquí, con nosotros,
luchando por los derechos humanos de las personas no nacidas.
La historia de Melissa Ohden es conocida por miles de personas en el
mundo, pero siempre se alegra de poder estar aquí entre nosotros para
recordarnos cada vez que puede su historia, porque “un solo ser humano
asesinado mediante el aborto provoca estragos en generaciones enteras”,
denuncia. Ninguno de los profesionales de la salud que en 1977
inyectaron la solución salina en el vientre de su madre biológica (para
matarla quemando su pequeño cuerpo) habrían supuesto lo que iba a
ocurrir. La abortaron, pero Melissa logró sobrevivir. Son miles los
bebés que logran escapar del primer intento de matanza. Pero la mayoría
son asesinados después de nacer… para traficar con sus órganos como en
semanas recientes Portaluz. Hoy esta mujer, Licenciada en Trabajo
social, colabora en campos como la violencia de género, sexual y de la
salud mental. Pero sobre todo, entrega su tiempo a la causa pro vida y
está muy comprometida en la atención a la mujer embarazada.
“Una
decisión tomada en un momento puede tener una gran repercusión en mucha
gente, en su vida y, también en su muerte”, reflexiona esta activista
por los derechos humanos del no nacido.
La verdad que le llevó a ser testigo
Tenía catorce años cuando supo que era una sobreviviente. Sus padres
no tenían intención de que lo supiera pero la verdad salió a la luz a
raíz del embarazo inesperado de su hermana mayor. “Le estaré siempre
agradecida porque, a pesar de su juventud y del trauma que imagino
supondría en su vida de adolescente, tuvo el valor de contárselo a
nuestros padres venciendo sus miedos y preocupaciones y, fue entonces,
cuando decidieron explicarme la verdad sobre mi vida y supervivencia”,
dice Melissa. Esa misma noche, su madre pronunció las palabras que han
cambiado para siempre la vida y el mundo de esta mujer: «Tu madre
biológica tuvo un aborto durante su embarazo y tú sobreviviste a él».
Entonces no podía tener noción del por qué. Pero la fe y su natural
resiliencia obraron en ella lo sano hasta permitirle agradecer a Dios el
tener, dice, una particular misión…
“Cuando ocurre algo tan grande como
es la supervivencia a un aborto, no existen ya zonas grises o borrosas
que dificulten la percepción sobre aquello en lo que se debe centrar la
atención”.
En el asesinato de un no nacido perpetrado mediante
inyección de una solución salina, el bebé es explícitamente quemado. El
líquido amniótico que protege al bebé se extrae, inyectándose en su
lugar una solución salina concentrada. El bebé ingiere esta solución que
le producirá la muerte 12 horas más tarde por envenenamiento,
deshidratación, hemorragia del cerebro y de otros órganos y
convulsiones. Esta solución salina produce dolorosas quemaduras graves
en la piel del bebé. Unas horas más tarde, la madre comienza “el parto” y
da a luz un bebé muerto o casi muerto… como fue el caso de Melissa Al final solo queda el amor
Para esta sobreviviente en esas horas se hace explícita la
intervención de Dios porque tras las 12 horas regulares de haber sido
inyectada a su madre la solución salina, no se producía el aborto, tal
como puede leerse en el Registro de Nacimiento (imagen a la derecha) y
narra ahora ella misma: “El proceso en mi madre duró más de lo
previsto, cinco días enteros en los que estuve nadando dentro de la
solución letal. Fui abortada al quinto día del procedimiento y el
personal sanitario creyó que la intervención había sido un éxito. Sus
palabras -según comunicara posteriormente a mis padres adoptivos el
asistente social que se encargó de mi adopción- fueron: “la dejamos a un
lado, porque no pensamos que sobreviviera”. Entonces, fui abandonada
para ser eliminada más tarde”. Abandonada en una sala contigua como
deshecho, fue una enfermera quien escuchó “los débiles gemidos” que
emitía Melissa. Esa mujer la llevó de inmediato a reanimación y gestionó
la intervención médica de urgencia que le mantuvo con vida. Tuvo
secuelas por su escaso peso, daños al sistema respiratorio, hepáticos y
otros. Pero con el paso de los meses y años, fue superando los
obstáculos y encontrando sentido trascendente a su historia…
“No guardo
ningún rencor hacia mis padres biológicos por haber intentado
abortarme, ni siento resentimiento… y a pesar de que a veces ha sido
difícil de llevar, he encontrado un sentido y un gran gozo en el
sufrimiento que he padecido. Esto es lo que ha querido Dios para mí y
debo integrarlo en mi vida. Soy la que soy y no puedo renunciar a lo que
mi vida representa… Soy una persona religiosa, cierto. Cuando me doy
cuenta de que no hay razón médica alguna por la que sobreviví y que
estoy perfectamente sana, cuando veo todas las cosas que Dios ha obrado
en mi vida, le estoy profundamente agradecida y le sigo dando gracias a
diario por todo lo que continuamente me va regalando. Ciertamente, desde
una perspectiva religiosa, entendemos que es Dios quien nos da la vida y
nosotros no somos quiénes para decidir si esta vida merece o no ser
vivida; aun así, terminar con la vida de un ser humano debería ser una
preocupación de cualquier persona en este mundo, religiosa o no”.
Portaluz
http://infovaticana.com/2015/11/28/tras-siete-meses-en-el-vientre-de-su-madre-ella-le-aborto-pero-logro-salvarse/